Opinión

La monarquía de California

En la víspera de Nochebuena de 1964, un joven sufrió una crisis nerviosa durante un vuelo comercial al suroeste de Estados Unidos fruto de la presión por su trabajo. Al aterrizar, decidió que volvería a Los Ángeles. Aquello supuso un punto de inflexión en el grupo de música del que formaba parte. Los Beach Boys se encontraban en plena gira y Brian Wilson acababa de retirarse al estudio, renunciando al escenario.
Beach Boys
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TRES HERMANOS, un primo de estos y un amigo de la infancia conformaban los Beach Boys, con algún que otro miembro esporádico en función de las necesidades. Su éxito es un caso de esos que la industria necesita de vez en cuando para alimentar los sueños de la gente, aunque la historia ha probado que todo se sostenía por la genialidad y el virtuosismo de Brian Wilson. La relevancia de los Beach Boys no es solo la de crear nuevos estándares de pop y rock, sino que transformaron la manera de producir música y catapultaron la cultura surf a todo el mundo para después abandonarla y crecer más allá. Y como toda historia que Estados Unidos construye, comenzó en un garaje.

La familia Wilson vivía en Hawthorne, una ciudad de California próxima al océano Pacífico, en uno de esos barrios residenciales de película. Murray, el padre, había dedicado su vida a la música sin ningún éxito reseñable.El hogar familiar era, sin embargo, un territorio de abusos. La música lo impregnaba todo con la misma eficacia que la violencia del padre, afectado por el alcoholismo y los vaivenes del ánimo. Carl, Dennis y Brian Wilson soportaban las vejaciones de su padre, que se consideraba mejor que ellos en todos los aspectos, y los golpes que llegaban a escalar a palizas. De hecho, se estima que la sordera parcial que arrastró Brian durante toda su vida provenía de alguno de los golpes recibidos. Solo cuando la banda ya gozaba de éxito internacional y tras el fallecimiento de Murray, la madre de los jóvenes confesó en una entrevista que su marido vivía frustrado y con una enorme envidia hacia el talento de sus hijos.

Todos los hijos habían aprendido a tocar algún instrumento y a armonizar sus voces, independientemente de si querían o no. El piano, sin embargo, era territorio paterno. Solo Brian se atrevió a saltarse ese límite y lo hizo a escondidas, reproduciendo el movimiento de los dedos sobre las teclas y sin lecciones por temor a su padre. Un día, sin previo aviso, mostró lo que había aprendido y todos quedaron impresionados.

Por aquel entonces los niños dormían juntos en el mismo cuarto. Brian estaba obsesionado con grupos vocales, como Four Freshmen, y obligaba a Dennis y Carl, de 13 y 11 años, a cantar empastando sus voces. Durante un fin de semana en el que los padres se marcharon de viaje, los hermanos Wilson tuvieron una idea. Llamaron a su primo Mike Love y a Al Jardine, un amigo del instituto. Comenzaron a ensayar y a armonizar sus voces, a mover las cuerdas y jugar con las percusiones. Los 200 dólares para comida se habían empleado para alquilar instrumentos para grabar una canción. El resultado fue una demo de baja calidad en la que Brian Wilson tocaba la batería con un lápiz. Sin embargo, había algo en la melodía que evitó una bronca al regreso de sus padres y movió a Murray a buscarle una salida a la canción de sus hijos.

 

La cultura surf y el culto a California, sus playas, los cuerpos bronceados, los amores de verano, los atardeceres y un largo etcétera de clichés dominaban el gusto general en aquellos años. El California dreaming era una realidad y un ideal al que aspirar para vivir en un verano constante. Solamente Dennis Wilson practicaba esta filosofía y fue quien animó a seguir esta línea, ya que la música surf hasta entonces había carecido casi de letra.

Los cinco chicos trabajaron sobre estereotipos. Crearon Surfin, su primer tema. Decidieron que se llamarían The Pendletones en homenaje a un tipo de polo camisero. La demo comenzó a moverse hasta que llegó a una pequeña discográfica. Regrabaron la canción y entró en un concurso de radio, el cual ganaron. Entonces llegó la fama local y alcanzaron el número 2 en las listas de Los Ángeles. Habían nacido los Beach Boys, según decían los locutores y las portadas del sencillo, un nombre que ningún miembro había decidido y que vino impuesto por la discográfica para reforzar su carácter surfero. Del garaje al caos.

Para pasar del éxito en una costa del país al estrellato hicieron falta varios elementos. Primero, una gira incansable y barata, además de repetir la fórmula de sus canciones centradas en el surf y el mismo mito californiano. El padre de los Wilson llevaba la banda con mano de hierro, cerrando conciertos y reuniones sin cesar. Así lograron firmar con la discográfica Capitol. Los obligaron a explotar más todavía los clichés que conocían bien y la palabra surf comenzó a invadirlo todo.

En 1962 llegó su primer disco Surfin’ safari, sin Al Jardine en la formación y con muchas dudas internas. Varios miembros no coincidían con el planteamiento que la discográfica imponía y el talento natural de Brian Wilson estaba siendo limitado por sus productores. Él había inventado esa armonía de voces y fue suya la idea de combinarla con las melodías rock. El mayor de los hermanos trabajaba bajo la máxima de que debía producirse complejo para que sonase simple. Pero todo ello contravenía los intereses comerciales de Capitol.

El nivel de exigencia y explotación de su contrato propició que el segundo disco de los Beach Boys saliese al mercado tan solo 6 meses después del primero. Se tituló Surfin’ Usa y fue número 2 de ventas. Un país plagado de paisaje interior no podía parar de soñar con el idilio veraniego de California y todo ello pasaba por las voces armonizadas de los Beach Boys. Resultaban exóticos dentro de sus propias fronteras. Las ventas se dispararon y las giras se sucedían sin parar. La explotación por parte del padre y de la discográfica ponía en serios apuros la integridad de los chicos. 

Histeria adolescente

El tercer disco no tardó en llegar y para entonces, pese a las buenas cifras, algunos miembros del grupo sentían que esto escapaba a su control, mientras que otros gozaban de la histeria adolescente. Brian Wilson reclamaba independencia y otro rumbo para los Beach Boys porque el mundo comenzaba a girar en una dirección distinta a la cultura surf. Comenzaba la Contracultura.

En 1963, The Ronettes se hicieron con todas las radios gracias a su hit Be My Baby. Brian Wilson se obsesionó con el compacto sonido de su producción y así descubrió a Phil Spector y su peculiar técnica. Entonces comenzó a investigar cómo ir más allá y aplicarlo a su banda. La primera intentona se plasmó en la canción Surfer girl’y, por ende, en el cuarto álbum de los Beach Boys. Sin embargo, la falta de libertad creativa y la necesidad de responder en términos de ventas limitaban mucho la capacidad del grupo para experimentar. Y, sobre todo ello, las giras mundiales para presentar su trabajo.

A la vuelta de una serie de conciertos por Australia en marzo de 1964, los Beach Boys afrontaron que había surgido competencia en su ámbito y venía de ultramar. Los Beatles habían irrumpido con fuerza en Estados Unidos y revolucionaban la música popular con su propia fórmula. Pese a un quinto disco de buenas ventas y un nuevo número 1, el fervor surf daba signos de agotamiento.

El padre de los jóvenes logró más libertad para Brian y el resto, que entregaron su última canción surfera en abril de 1964. A continuación, despidieron a su padre. El maltrato psicológico no había cesado en todo esos años. La salud de todos se encontraba en serios apuros. Volcaron todos sus sentimientos en la letra de I get around. Lograron un nuevo número 1 incluso en Reino Unido, durante el reinado de los Beatles. Quedaba probada la visión de Brian Wilson, de 20 años.

El sexto álbum de los hermanos y el resto del grupo supuso la antesala del fin al surf, las playas, el verano y todo lo demás. Llevaban casi cuatro años siguiendo un esquema que reportaba millones de beneficios pero agotaba a las personas detrás del nombre. Los Beach Boys tonteaban con las substancias químicas y mantenían una relación peligrosa con el alcohol, todo encubierto bajo una pátina amable y muchas camisas de rayas.

Ataque de pánico

A finales de ese año, Brian sufre un gran ataque de pánico y el rumbo de la banda cambia para siempre. Desde ese momento existen dos Beach Boys: los que tocan en directo y los que producen en el estudio. Esta fórmula les permitiría estar siempre presentes en escena y creando música de calidad, lo que involucraba realmente solo a Brian Wilson. El mayor de los hermanos poseía una gran capacidad musical que se descompensaba con un probable trastorno bipolar, problemas de miedo escénico, dificultades para la socialización, traumas asociados al maltrato paterno, y abuso de cocaína y LSD.

Cuando llegó 1965, habían producido 10 discos y poseían varios éxitos que les garantizaban su presencia para siempre en los libros de historia. Los únicos insatisfechos eran los propios Beach Boys. La reinvención era obligatoria. Habían convencido a su discográfica de que Wilson debía tomar al completo las riendas y dar un golpe de efecto que pillase a todos por sorpresa. Mientras la banda continuaba de gira, Brian comenzó las grabaciones de ‘Pet sounds’.
Brian Wilson había estudiado el modo de trabajo de Phil Spector y el sonido de los Beatles a fondo. Para superarlos se propuso incluir instrumentos y detalles de manera tan comprimida que el sonido sonase compacto. Buscando diferenciarse en su totalidad, llenó el estudio con músicos y todos ellos contaban con su propia partitura e indicaciones. Las melodías y sus progresiones variaban, era como una orquesta multiplicada por cuatro.

El resultado de unas las sesiones de grabación más caras de la historia y meses de espera fue Pet Sounds. Las ventas fueron lastimosas. El público le daba la espalda y la crítica no terminaba de comprender temas tan adultos, sentimientos universales y unas melodías que sonaban rotundamente nuevas. Sin embargo, Pet Sounds se convirtió en el disco favorito de los músicos. Paul McCartney confesó sentirse amenazado por los Beach Boys. Lo mismo le ocurría a John Lennon. Reino Unido había acogido el álbum de los Beach Boys con todo el entusiasmo que sus compatriotas no sentían.

Tras unos meses de durísimo trabajo de grabación e inversión de tiempo y dinero, Brian Wilson no dio tiempo a nadie a recuperarse. En 1966, los Beach Boys publicaron el sencillo Good Vibrations como adelanto de su próximo proyecto: SMiLE. La canción fue número 1 y los devolvió a su lugar a nivel global. Su experimentación ahora sí estaba siendo reconocida.

Cintas embrujadas

Las sesiones de grabación del nuevo disco se retrasaban durante días, costaban miles de dólares y las personas al cargo, Wilson a la cabeza, cada vez parecían más desnortadas. Muchos días no se trabajaba por la presencia de malos espíritus o algunas cintas se quemaban porque creían que estaban embrujadas.

Después de muchos meses retrasando el lanzamiento, Capitol anunció la cancelación de SMiLE, quemó las 500.000 copias de la carátula que ya habían mandado imprimir y Brian Wilson dio un paso atrás. Aquello supuso el principio del fin con su discográfica. Además, los Beatles aprovecharon esta flaqueza para lanzar Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band para responder al órdago de los Beach Boys.

Con la entrada de la psicodelia y una nueva era, los Beach Boys y un abatido Wilson no tuvieron tiempo a reaccionar, pero tampoco energía. Pasaron una década de intemperie durante los años 70 y, por su pasado, fueron leídos como melodías vacías que apelaban a vivir sin conciencia. Tras un efímero renacer en los años 80, quedaron encapsulados como la banda sonora del surf.

SMiLE se convirtió en uno de los mayores misterios de la música y a pesar de haberse publicado décadas, nunca se ha llegado a estimar lo que en su contexto pudo suponer aquel trabajo. En los años venideros, Brian Wilson tuvo que afrontar sus problemas mentales y luchar por su libertad hasta ser considerado uno de los genios musicales del siglo XX.

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