Nació en el barrio coruñés de Elviña y desde los diez años se crió en Cee, en plena Costa da Morte. La sangre de empresaria ya corría por sus venas. Aunque ser tan joven y mujer en un sector masculinizado supuso un plus de dificultad, su vocación y valentía la impulsaron.
¿Cómo fue que con solo 16 años, cuando la mayoría de chicos piensan en disfrutar de la juventud y exprimir los años como estudiantes, se lanzase ya a emprender?
Vengo de una familia humilde y tenía que ponerme a trabajar. Prefería intentar ser la empresaria que la empleada, porque es lo que me había nacido de dentro. Siempre he querido construir cosas y he sido muy echada para adelante. Me dije: vamos a intentarlo.
Empezó de cero. ¿Alguien le inculcó la actitud emprendedora?
Lo que pregunta mucha gente es de quién soy hija. No soy hija de nadie. Tengo cinco hermanos mayores que fueron los que me criaron y que no tienen mucho que ver con el mundo empresarial.
Y referentes, ¿ha tenido?
Mi referente siempre ha sido Amancio Ortega, pero más allá de él lo ha sido mi familia. Me ha inculcado valores fundamentales para poder lograr cosas, como la disciplina, la humildad, el sacrificio o la bondad. Ser rica en dinero es algo que se logra con el trabajo, pero la riqueza de verdad la tengo desde pequeña con esos valores.
Para muchos jóvenes el referente puede ser usted. Con 25 años ya había fundado tres empresas.
A los 16 años monté una empresa pequeñita que analizaba datos y los vendía al sector audiovisual. Como no tenía muchos recursos, escribí varios mails a gente que me podía ayudar y convencí a una persona para que se embarcase conmigo en la aventura. A los 19 años la vendí, pero no me hice millonaria ni mucho menos, y me fui a Barcelona a trabajar como directora ejecutiva de una empresa en la que estuve cerca de dos años. Aprendí muchísimo, sobre todo cómo trabajan las compañías grandes, pero también aprendí que no me gustaba nada que me dijeran lo que tenía que hacer. Me fui y monté una consultora tecnológica y de espacios coworking. Iba bien, pero decidí poner a un director general y seguir con otra cosa. Fue cuando monté GOI.
Trabajé casi dos años para una empresa; aprendí mucho pero no me gustaba que me dijeran lo que tenía que hacer
Creo que el origen de GOI está en unos huevos y lechugas. ¿Cómo surgió la idea y cuál es su actividad?
Yo estaba acostumbrada a comer los huevos y las patatas de mi casa. Al irme de Galicia descubrí que, fuera, los tomates no sabían a tomate y las lechugas no sabían a lechuga. Mi familia intentaba enviarme todo eso en cajas enormes y descubrí que las paqueteras grandes, como Correos o DHL, no tenían redes para paquetes de más de 40 kilos. Vi que había un mercado que necesitaba solución. La logística me gustó mucho, porque creo que los mercados que están muy fragmentados, que tienen mucho volumen y están poco digitalizados tienen oportunidades. Ahí nació GOI, un operador logístico especializado en productos voluminosos que hace almacenamiento, transporte, montaje e instalación. Desarrollamos una tecnología que nos permitía tener red en toda España con mayor calidad y un mejor servicio.
¿Cómo le va a la empresa?
Este año estaremos en torno a los 2 millones de paquetes. Y sostenemos casi 500 empleos directos y más de 1.000 indirectos.
Y van a dar el salto a otros países.
Efectivamente, vamos a abrir el mercado internacional. El primer país al que iremos será Bélgica.
GOI moverá este año unos 2 millones de paquetes. Somos casi 500 trabajadores directos y nos expandiremos a Bélgica
¿Está inmersa en más negocios?
Tengo mi patrimonial, con la que estoy en otras compañías, construyo, invierto y demás.
¿Qué ingredientes son esenciales tanto en la idea como en la gestión para que un proyecto funcione?
Tener una idea es importante, pero lo más relevante es saber qué necesitas para ejecutarla, qué tipo de gente precisas a tu alrededor. Lo que más me ha ayudado a la hora de hacer crecer una empresa es fichar a gente mejor que yo, más buena, y para eso necesitas ser capaz de inspirarlos, de motivarlos y de que se enamoren de tu proyecto. Cada uno tiene sus herramientas. Unos venden crecimiento, otros impacto social... Lo más bonito de GOI es que empezó siendo mi sueño y he conseguido que sea el de un montón de gente.
¿Alguna vez ha echado de menos disfrutar de la juventud sin tanta responsabilidad profesional?
Lo que hago para mí no es un trabajo, es mi propósito vital. A través de él no solo trabajo y gano dinero, como puede parecer desde fuera, sino que me desarrollo personalmente, conozco a gente que me enseña, entiendo el mundo de otra forma y alcanzo cosas que para mí son vitales. Además, no me gusta desconectar por completo.
Lo que hago no es un trabajo, para mí es un propósito vital. No solo gano dinero, me desarrollo personalmente
El camino al éxito suele tener baches. ¿Ha pensado en algunos momentos en tirar la toalla?
Muchas veces lo piensas, pero una de las cosas importantes a la hora de emprender es saber que vas a tener que gestionar mucha frustración e incertidumbre. Y también identificar cuándo tienes que ser perseverante o tirar la toalla. Pero todos los tropiezos nos enseñan algo, cada uno una cosa. De unos he aprendido a fichar mejor, de otros a como identificar mejor las oportunidades de mercado.
