De las manos a los robots en las granjas

La automatización del ordeño prolifera en Galicia ante la dificultad para encontrar trabajadores. Y se diversifica: llega el 'batch milking'.  
 
Un robot de ordeño en una explotación del concello coruñés de Dumbría. Lely
photo_camera Un robot de ordeño en una explotación del concello coruñés de Dumbría. LELY

Del ordeño a mano a los robots capaces de extraer la leche a las vacas sin necesitar prácticamente de la intervención humana. Como todo, las granjas también han dado un salto tecnológico de gigante en las últimas décadas mientras ganaban dimensión y se profesionalizaban para seguir adelante. Las más punteras hace unos 20 años que empezaron a incorporar máquinas repletas de sensores y automatismos capaces de ordeñar las reses sin requerir la presencia constante y la mano del ganadero, pero entonces eran la excepción, con unos pocos casos contados. Hoy son cada vez más las explotaciones que incorporan robots para realizar esa tarea, la mayoría de tipo familiar con una o dos máquinas pero también granjas de mayor dimensión.

"O mercado de robots xa se contabiliza por centos de boxes en Galicia e a previsión é de crecemento exponencial", señala Carlos Salgado, gerente de ventas de ordeño de GEA, uno de los mayores fabricantes y proveedores mundiales de soluciones de ordeño.

¿Por qué surge esta especie de boom en la incorporación de robots? Una de las grandes razones es la falta de mano de obra que acusan las granjas. La automatización permite realizar la misma actividad con menos personas, reduce la carga de trabajo y lo hace más atractivo, tanto a la hora de captar y retener empleados como para los propios titulares de la explotación, con jornadas menos intempestivas y horarios más flexibles, con menos trabajo físico y más calidad de vida y conciliación.  

Otro punto a favor es la cantidad de datos e información que estos sistemas ponen en manos del ganadero. Detectan cualquier situación anormal en la alimentación o el descanso del animal y se lo hacen saber al productor a través del móvil. Así, pueden ayudar a detectar antes cualquier problema, y también si una vaca está en celo.

En un escenario en el que el sector busca la rentabilidad, Carlos explica que los robots de ordeño permiten "vender máis leite con menos man de obra". Y es que los que funcionan en la actualidad se basan en el "muxido voluntario": las vacas acuden al box cuando quieren y las veces que quieren, sean dos, tres, cuatro o cinco. Esto supone que haya más ordeños. Frente a las voces que creen que un sistema así exprime a las vacas para obtener una mayor producción, el delegado de Gea sostiene que "van estar máis cómodas porque se lle quita peso". 

Y en el debate sobre qué sistema puede ofrecer un ordeño de mayor calidad, desde esta firma destacan que el robot hace el trabajo "perfecto", siguiendo siempre el mismo protocolo, sin días malos como pueden tener las personas, y contribuyendo a "transmitir ao consumidor seguridade alimentaria".

Con sus pros y también sus inconvenientes, cada vez más granjas deciden afrontar la elevada inversión que conlleva (un robot nuevo puede rondar los 150.000 euros, a lo que hay que sumar el coste de mantenimiento, y puede atender unas 65 vacas). Carlos Salgado señala que estamos solo "ante a punta do iceberg".

Estos sistemas se expanden por una Galicia que concentra el 50% de las explotaciones con entregas de leche en España y también se diversifican, pues en pocos meses irrumpirá en la comunidad el llamado batch milking, un ordeño con robots en horario fijo en el que un operario va moviendo lotes de vacas a una zona de espera para que la máquina les extraiga la leche mientras puede realizar otras tareas.

"Desta forma, o muxido en granxas desde 250 vacas a máis dun milleiro pode estar totalmente automatizado e xestionado por un operario en cada quenda", explica el representante de Gea, la marca que implantará los dos primeros sistemas de este tipo en Galicia, en granjas de la provincia de A Coruña: uno en Muxía, que estará en funcionamiento  el verano, y otro en Lousame.

Esta corriente al alza va más allá del ordeño. En las explotaciones proliferan los collares para detectar el celo y monitorizar la salud del animal, los robots que dan de mamar a los terneros o los que acercan la comida a las vacas. Incluso los hay que preparan las raciones. Son las granjas 5.0.