Galicia es una tierra longeva. La esperanza de vida que se calcula para una persona de 65 años ha ido creciendo sostenidamente en la comunidad desde el comienzo del siglo hasta situarse ahora en torno a los 20 años y medio. Esta condición, sumada a la baja natalidad, provoca que la población mayor tenga cada vez más peso en la demografía gallega. La previsión es que esta tendencia se mantenga como poco en el corto plazo. El Instituto Galego de Estatística (Ige) lo pone en números: por cada 100 personas menores de 20 años viviendo en Galicia en 2023, hay casi 170 que han alcanzado ya la edad de jubilación. Y para 2030, estima que serán 204 por cada centenar de jóvenes.
El denominado índice de envejecimiento presenta un continuo incremento en Galicia en las últimas décadas. Se dispara, además, a un ritmo muy superior al del resto del país. De hecho, los cómputos del Ige señalan que, de media, en 2037 –año que marca el límite de sus proyecciones–, habrá 162 mayores de 65 años en España por cada 100 habitantes por debajo de la veintena. Es decir, una ratio todavía inferior a la que se observa en la actualidad en Galicia.
En paralelo, la estructura de esta población mayor también irá evolucionando con el tiempo. Ahora, el grupo de 70 a 74 años representa el 22,3% del colectivo, pero irá adelgazando en los próximos trece años hasta caer al 21,8%. Será en favor del intervalo de 80 a 84 años, que pasará del 13,7% al 15,1%.
Por encima de esta edad –el tramo que se tiene en cuenta para definir el índice de sobreenvejecimiento de un lugar–, la ratio permanece estable en el 19,6%. Son tres puntos más que el promedio estatal, que también se prevé relativamente constante.
En comparación con el resto de la población gallega, si en estos momentos uno de cada cuatro gallegos ha cumplido ya los 65, para 2037 será uno de cada tres. Lo cierto es que esa es prácticamente la proporción que arroja a día de hoy la Galicia interior. En el caso de Lugo y Ourense, este aumento progresivo no se experimentará a tanta velocidad como en A Coruña y Pontevedra, pero sus tasas seguirán siempre por encima.
Más dependencia senil
Entre otros factores, una de las preocupaciones a las que se alude ante estas tendencias demográficas es el incremento de la población que se considera en edad potencialmente dependiente. Esto se calcula con el índice de dependencia senil, que en este caso marca que, por cada 100 vecinos de Galicia en edad potencialmente activa –entre los 15 y los 64 años–, hay 42 que han sobrepasado esta edad, según los datos de 2023.
Y, cumpliendo con las diferencias por sexo en la esperanza de vida –se estima que a una mujer que ha cumplido los 65 le quedan casi 23 años y medio por delante, frente a los algo más de 19 de los hombres–, hay bastantes más féminas –casi 48– que varones –unos 36–.
También varía por provincias, dado que frente a los casi 55 y los 50 que hay en Ourense y Lugo, se contraponen los 41 de A Coruña y los 32 de Pontevedra, que es la que más se aproxima al promedio español, de 30.
Sea como fuere, La media para toda Galicia en 2035 será de 55 mayores por cada 100 personas en edad activa, vaticina el Ige.
Muertes por enfermedades circulatorias y tumores
El Instituto Galego de Estatística también se detiene a analizar las principales causas de defunción de las personas de 65 y más años en Galicia. El protagonismo en este ámbito se lo llevan las enfermedades circulatorias y los tumores, que, juntos, abarcan la mitad de los fallecimientos, al representar un 28,2% y un 21,8% de todos los registrados en 2022, respectivamente.
Les siguen, ya a mucha distancia, las enfermedades del sistema respiratorio, con un 11% también condicionado por los coletazos de la pandemia. Otros grupos destacados son los trastornos mentales y del comportamiento (8,1%), las enfermedades infecciosas y parasitarias (7%), las patologías del sistema digestivo (4,6%) y las del sistema genitourinario (4%).
La estancia hospitalaria de los mayores de 65 es inferior en Galicia frente al total del país en todos los grupos. Promedian menos de 10 días al año.
