"El proyecto minero podrá convivir sin afectar al medio ambiente, las aguas o las personas"

Ni el no de la Xunta a su plan inicial ni la contestación social han frenado a Atalaya Mining en su objetivo de reabrir un antiguo yacimiento de cobre entre los municipios de Touro y O Pino. Si su segundo proyecto obtiene autorización, el CEO de la multinacional, Alberto Lavandeira, explica que se extraerían hasta 35.000 toneladas anuales del metal, que viajaría desde algún puerto gallego a fundiciones europeas
Alberto Lavandeira, CEO de Atalaya Mining. EP
photo_camera Alberto Lavandeira, CEO de Atalaya Mining. EP

Con la declaración de proyecto estratégico otorgada por la Xunta, la tramitación se agilizará y se completará en un máximo de un año. Frente a los detractores, el ingeniero de minas de O Carballiño Alberto Lavandeira asegura que es una oportunidad industrial, de empleo y para el entorno.

¿Cuál es el plan de los promotores para un espacio minero que lleva casi 40 años sin explotar?
Es un proyecto de aprovechamiento minero, pero también de restauración ambiental, porque está muy condicionado por la actividad histórica y la gestión de los pasivos que dejó. Ambos proyectos van a convivir simultáneamente a lo largo de los 13 años que durará la producción de cobre planificada, a razón de 30.000 a 35.000 toneladas de metal anuales. Una vez agotada la vida útil del yacimiento, se realizará la clausura y cierre, llevando a cabo el desmantelamiento de las instalaciones. Se completaría entonces la restauración ambiental integral de los terrenos, quedando en condiciones idóneas para otros aprovechamientos. 

Con la declaración de proyecto estratégico en la mano. ¿Cuáles son los siguientes pasos? Si lograran autorización para explotar la mina, ¿cuándo podría ser una realidad?
La declaración de proyecto industrial estratégico (PIE) es un reconocimiento al carácter tractor de nuestra industria, lo que es de agradecer; además implica una aceleración de los plazos que para nosotros es crucial. En cualquier caso, recordemos que no reduce la exigencia de la tramitación, ni las garantías que tienen que aportar las empresas en los trámites técnicos y administrativos, incluyendo la exposición pública del proyecto. Sobre el calendario, una vez declarado como PIE, la ley asociada marca un plazo máximo de un año para los trámites administrativos, aunque podría ser menos. A partir de aquí, necesitaríamos de 15 a 18 meses para construir las instalaciones de producción de cobre y las infraestructuras necesarias para su funcionamiento.

El plazo máximo de tramitación es de un año y necesitaríamos entre 15 y 18 meses para construir las instalaciones"

¿Qué le diría a las voces que se oponen por temor a los impactos en el entorno y el medio ambiente?
El proyecto Cobre San Rafael garantiza que vamos a convivir sin afectar al medio ambiente y la calidad de las aguas del entorno. Al contrario, es una oportunidad para mejorar las condiciones actuales, fruto de épocas en las que no existía el desarrollo legislativo ambiental. De ello se encarga el Plan de vigilancia ambiental, compartido con las administraciones competentes, que va a gestionar y neutralizar los potenciales impactos. Entre otras cosas, las zonas de labores mantienen distancias de seguridad a los puntos habitados próximos como indica la ley, por lo que se evitarán molestias y afecciones a las personas, animales y cultivos del entorno. Además, ni los minerales extraídos, que ya están presentes de manera natural en el terreno, ni los productos utilizados en el proceso industrial pueden suponer afección alguna. En cualquier caso, tanto minerales como aditivos permanecen en un circuito cerrado y confinados en medios donde no pueden entrar en contacto con aguas, terrenos, personas o animales.

Las zonas de labores mantienen distancias de seguridad a los puntos habitados y los productos usados no causan afección" 

¿Qué aspectos han modificado para poder seguir adelante? Un grupo de asociaciones ecologistas y vecinales denunciaron recientemente que el nuevo proyecto es una “copia barata” del anterior.
Cualquier organización que esté criticando ya nuestro proyecto lo hace desde el desconocimiento. No lo han leído, porque no es público todavía. Cuando salga a exposición pública, todos los interesados tendrán la oportunidad de estudiarlo y presentar sus alegaciones. El proyecto es otro, es nuevo, aunque tiene el mismo objetivo, valorizar el metal que tenemos en el subsuelo para hacer más fuerte a la industria gallega. No es un corta y pega, y mucho menos barato. Desde que empezamos en Galicia, llevamos invertidos 16,7 millones. El proyecto aborda todas las cuestiones que se plantearon en el anterior proceso, dando solución a aquellas que habrían creado dudas en la primera declaración de impacto. Podemos destacar la mejora en la gestión del agua de proceso, que se mantendrá en circuito cerrado, o el espesado de estériles, para gestionar las arenas de la planta de tratamiento de manera todavía más segura, en un almacenamiento del que se retira el agua, enviándola a un depósito impermeabilizado.

El proyecto no es una copia del anterior y mucho menos barato. En Galicia llevamos invertidos 16,7 millones de euros"

¿Qué retorno habrá para la población y el tejido de la zona? 
Según los estudios independientes previos que hemos encargado, el proyecto tendrá un impacto directo en Galicia superior a los 2.500 millones, siendo los sectores de la fabricación de productos metálicos y lo de la construcción los que más lo perciban. Sin ir más lejos, durante los primeros 18 meses, de la inversión necesaria para poner en marcha la primera fase —160 millones de euros—, el 76% aproximadamente tendrá como destinatario principal a proveedores locales y regionales, salvo los equipos muy especializados. En términos de empleo, se crearán unos 
400 puestos de trabajo fijos directos, mayoritariamente locales.

¿Cómo se extraerá el cobre y a dónde irá si el proyecto cristaliza?
El mineral que se extraerá es calcopirita (sulfuro de hierro y cobre), que se encuentra finamente diseminado en cuerpos semihorizontales dentro de una roca volcánica. Alrededor de él también aparecen otros sulfuros de hierro (pirita). Se excava de una manera selectiva y se procesa en una planta industrial. Se empieza con una molienda por vía húmeda y en circuito cerrado, tras la cual se recuperan las partículas que contienen cobre por el sistema de 'flotación'. Funciona de una manera similar a una lavadora, en la cual los granos de metal quedan pegados a la espuma y se decantan hasta obtener el concentrado de cobre vendible. Se embarcaría en alguno de los puertos gallegos y se enviaría a fundiciones europeas. Huelva, Suecia y Alemania son las candidatas por proximidad, siempre dentro de Europa.

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